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Jauría

Era los mil novecientos noventa y tantos. Vivía cerca de un arroyo seco, que antes de que yo llegara, desbordaba vida. Ahora se había convertido en un tiradero, donde la gente de la colonia de allá arriba dejaba caer todo lo que ya no quería: sillones rotos que se convirtieron en ballenas rojas, cuando navegaba a través del agua invisible sobre la bici con la jauría; también había uno que otro animal muerto, al que prometieron entierro y dieron bolsa; y en la parte más alejada de la colonia, bajando el monte por el mismo cauce, había una larga curva en la que dejaban caer coches viejos y monitores de televisión. Ya no íbamos en busca de hormigas mochomas para pelearlas: recién curados del veneno de la infancia, nos dejábamos devorar por el egoísmo de los jóvenes. Recorrimos tantas veces el arroyo, desde la casa del Viejo hasta el deshuesadero, con una botella de plástico en la llanta trasera para que la bici sonara como motocicleta. No podíamos creer en nada más que en nosotros y

Game Boy Color

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Game Boy Color Me dijo que no me prestaba la cámara del Game Boy Color porque estaba maldita. Que cada perro que retrataba se le moría. No le creí, pinche egoísta. Pero después me contó que el primero fue uno que le compraron porque ya se habían hartado de los hámsters. Y quizás nunca pensaron que, cuando se muriera ese cachorrito, iba a llorar peor que de morro, cuando no le compraban un juguete que quería. Raro que no llorara cuando se le morían los pollitos de colores. Un niño de la calle le enseñó a revivirlos: les ponía una lata encima, y luego le pegaba con redoble ritmo de solo de batería. El animalito volvía a respirar por un rato, luego se sacudía como si dijera: mátame, mátame. Y es que esos pollitos tenían colores súper cool: verde kiwi, azul eléctrico, amarillo pikachu, rojo paleta y morado trasparentoso: los mismos del Game Boy Color, había que tenerlos todos. Y en la cámara pude ver la foto del primer perro que se le murió. Al segundo le tomó la foto en cuanto l

Gerard Way: Hesitant alien

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Gerard Way: Hesitant alien I brought you my bullets, you brought me your love (2002) es el álbum debut de My Chemical Romance, cuyo nombre está inspirado en una novella de Irvin Welsh: Ectasy: three tales of my chemical romance (1996). Gerad Way, lidar de la banda, escribió la primera rola para el álbum después los incidentes del 9/11: Skylines ant turnstiles, comenzando así a narrar una historia que no se concretaría hasta finales de su segunda producción. El álbum comienza con una romanza española anónima, intro que lleva el título de Romance . Sin embrago, la música es una respuesta violenta y oscura a lo que podría hacerse con influencias como Mitfits, Morrisey, Iron Mayden y demás. Mientras que las letras están cargadas de romanticismo posmoderno que rescata, por ejemplo, el tema del monstruo en rolas como Vampires will never hurt you , donde hay metáforas no tan simples: “keep your soul like a secret in your throat / like a ghost in snow” [1] , tropo utilizado en Drowning

Tyranny [Julian Casablancas + The Voidz]

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Pesadilla Americana: Tyranny  de Julian Casablancas + The Voidz Más allá de todas las ideas del bien y del mal hay un campo, te encontraré allí. -Rumi- Es en Tyranny donde se concreta mucho del trabajo lírico realizado por Julián Casablancas, pues tiene la libertad de elegir los elementos que quiere para su nuevo álbumd e solista. Él mismo fue reuniendo a su nuevo equipo de trabajo entre sus conocidos y amigos que podrían tocar de la manera en la que buscaba. En una entrevista menciona dos aspectos anteriores a la realización del álbum. Por una parte, dice que es una regla para él que si en su corazón “piensa que está cool, eso es probablemente lo que más le gustará a la gente, en lugar de tratar de complacer a todos, en tal caso tipo que no complaces a nadie” [1] . Lo que le da la libertad de solo hacer lo que a él le gusta. Y, por otro lado, repite en distintas entrevistas que se ha estado enfocando más en las letras de las canciones que en la música en sí: Me he enf

††† Crosses: música para coger en un altar

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††† Crosses: música para coger en el altar Fue Georges Bataille quien dijo: “Incluso después del psicoanálisis, los aspectos contradictorios del erotismo son innumerables: su fondo es religioso, horrible, trágico e incluso inconfesable, ya que es divino” [1] . En Las lágrimas de Eros , Bataille empata la religión con el sexo. Cuando el éxtasis religioso se equipara al orgasmo, la “petit morte” es tanto una contemplación del vacío como el último y centésimo corte de la tortura china. Hay, sin duda, un fondo oscuro en el erotismo. Destrucción, poder y muerte se conjugan para intentar crear la vida animal humana. Orfeo desciende una vez más al inframundo. El infierno de llamas negras es de carne que palpita. El poeta ve directo a la nada al vaciarse una vez más. Dionisos, fuera de sí, deja que las bacantes  hagan pedazos su “yo” las bacantes: el sol tiene que salir otra vez. La vida y la muerte danzan al borde del abismo y, más que combatir, se seducen y se vuelven una sola volunta

Deerhoof: ninguna banda es una isla

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Deerhoof: ninguna banda es una isla “Ninguna banda es una isla” dice Greg Saunier. ¿Qué podría significar? ¿Sirve saberlo para tener una idea más clara del título de La isla bonita (2014) de Deerhoof? Sin duda, la frase es una deconstrucción del famoso verso: “Ningún hombre es una isla”, escrito por John Donne, poeta inglés que vivió entre los siglos XVI y XVII. De hecho, es el mismo poema del que Ernst Hemingway sacó el título para su novela Por quién doblan las campanas (1940). Donne canta a la hermandad y a la unión por un solo ideal: el hombre. “A veces me siento como una [isla]. Al principio de estos días oscuros y sin presupuesto, Satomi y yo nos encerramos en el sótano, tratando de entender cómo nuestras personalidades e ideas tan contrarías podrían convertirse en una banda” completa Saunier. Lo que nos demuestra que la soledad también es muy importante en el camino del creador. Pues, a pesar de que el hombre es social por naturaleza, el infierno son los otros. Sin una